domingo, 30 de noviembre de 2008

La fotografía que ven en esta página corresponde a las manos de una joven afgana de 16 años, Aziza

Aziza no puede desvelar su identidad por razones de seguridad. Sus manos quedaron deformadas por las quemaduras causadas por su marido. Foto: Mònica Bernabé

MÒNICA BERNABÉ desde Kabul
30 de noviembre.- La fotografía que ven en esta página corresponde a las manos de una joven afgana de 16 años, Aziza, cuyo marido le prendió fuego un día por no haber cocido bien el pan. Las quemaduras le dejaron medio cuerpo arrugado y los dedos deformados y soldados como si fueran barras de metal.
Aziza se casó a la fuerza cuando sólo tenía 12 años. Su padre pidió un préstamo a un comandante militar del norte de Afganistán, y después no pudo saldar la deuda. El comandante exigió entonces como pago casarse con alguna de sus dos hijas. Eligió primero a la mayor, una adolescente con formas ya de mujer, que huyó de casa tan pronto supo que pretendían esposarla con un hombre que le triplicaba la edad. Y después se fijó en Aziza, que no tuvo más remedio que aceptar lo que no quería: casarse a pesar de ser una niña e irse a vivir con un extraño. Así empezó su calvario.....
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