Su punto de vista estético, su manera de encuadrar - en ocasiones lo hacía sin mirar por el visor - su utilización del formato 24x35, además de su empleo del gran angular, le colocan entre uno de los fotógrafos modernos más radicales de su generación. Fue un pionero y está considerado junto con Robert Frank y Klein, uno de los tres fotógrafos seminales de la posguerra. Winogrand recorriendo las calles, se dio cuenta de que ser mujer empezaba a ser importante sobre todo para las mujeres, y si en la década de los cincuenta la felicidad de una mujer consistía en estar felizmente rodeada de hijos y electrodomésticos, en la de los sesenta tuvo tiempo para pensar en sí misma y abandonar la famosa mística femenina.
La atinada actitud fotográfica de Winogrand llamado por sus colegas el príncipe de las calles , su continuo trabajo de deambular y disparar desde encuadres imposibles, con seguridad en las intuiciones propias, es una forma de sociología adelantada. Lo superfluo sólo si es necesario, sin concesiones, con este principio inicia un nuevo modelo de documental-ensayo, que años más tarde en los 80 y 90 será seguido por todos los nuevos fotógrafos.
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